
Las leyes de la oferta y la demanda o las fuerzas del mercado son utilizadas como una especie de destino manifiesto cuando se pretende justificar por qué sucede lo que sucede. De esta manera, por poner un ejemplo, si el precio de la fructuosa está bajando o si tenemos un bloqueo para la producción del atún mexicano que impide competir en el mercado, éstas se reconocen como las causas y la razón de la crisis de ese sector productivo y no se limitan a culpar a la competencia o los precios de los productos de lo que sucede.
Pues esto mismo sucede en el turismo, solo que al revés. La verdad es que lo que hay de fondo es que en el sector turismo se sabe muchísimo sobre los turistas y los destinos, pero muy poco sobre la economía del turismo.
Va pues un ejemplo para explicar la importancia de estudiar y profundizar sobre un sector que no se reduce a cuántos cuartos de hotel existen sino que, entre otras cosas, representa el 8% del Producto Interno Bruto nacional. En los próximos dos años y en previsión a la caída de exportaciones petroleras y a los altos costos de producción manufacturera vía energéticos, el turismo pasará de ser la cuarta fuente de captación de divisas a ser la segunda. En conjunto, el turismo y –vergonzosamente- las remesas que envían nuestros connacionales en el extranjero, serán los pilares de las exportaciones nacionales.
Pues con mayor razón estas divisas de turismo tendrían que estar ancladas en un mayor gasto promedio y no en muchos turistas. La estrategia por tanto tendría que estar en tener mejores productos de alta calidad dirigidos a segmentos de alto gasto y mayor estancia.
Está claro entonces que la transformación del modelo hotelero al todo incluido tuvo más que ver con una estrategia financiera para impedir que la contracción de la ocupación promedio hiciera disminuir la rentabilidad y no una respuesta a las necesidades de la demanda como algunos acostumbran repetir.
Parece obvio que la estrategia de futuro debe estar necesariamente basada en tres factores: Uno, tener mejores productos y dirigirlos a segmentos de mejor gasto, incluidos el turismo interno. Dos, desarrollar acciones que involucren desarrollo regional y de otros sectores concurrentes. Y tres, promover acciones (no simuladas) de sustentabilidad, y lo que eso signifique.
Esto, creo yo, haría que al menos valga la pena todo lo que ha implicado llegar a donde hemos llegado.
Gracias.
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